Confirmar una flora vaginal eubiótica puede ahorrarnos desde un fallo reproductivo hasta un parto pretérmino
Por Marga Torres
Aunque el papel que desempeña el microbioma en la salud del ser humano es ampliamente conocido desde hace tiempo, en los últimos años se han multiplicado los estudios que apuntan a que el microbioma del tracto genital femenino puede ser determinante en la reproducción.
Cada vez son más las investigaciones que concluyen que una microbiota vaginal y endometrial anormal están asociadas a menores tasas de embarazo en Fecundación In Vitro (FIV), así como a resultados obstétricos desfavorables, incluyendo el aborto de repetición y el parto pretérmino.
Tener una microbiota genital dominada por Lactobacillus se ha asociado a un aumento significativo de la tasa de implantación, embarazo y embarazo clínico en los tratamientos de Reproducción Asistida (RA). Además, la presencia de microbiota vaginal con predominio de Lactobacillus Crispatus se ha asociado a mayores tasas de nacido vivo.
Por tanto, aunque no existe evidencia que respalde el estudio rutinario del microbioma en mujeres asintomáticas antes de un ciclo de gestación espontánea o al iniciar un ciclo de reproducción asistida, sí se recomienda ante la existencia de síntomas clínicos como el flujo vaginal abundante o maloliente, infecciones del tracto urinario frecuentes, candidiasis de repetición, antecedentes de enfermedades de transmisión sexual masculina o femenina no tratadas correctamente y en pacientes con fallos reproductivos previos.
Cuando se sospeche alteración del microbioma genito-urinario, confirmar una flora eubiótica permite, además de mejorar las tasas de éxito en reproducción asistida, reducir los resultados obstétricos desfavorables como el parto pretérmino.
En aquellos casos en que se realice este estudio en mujeres asintomáticas que van a someterse a una FIV, sin antecedentes de fallo de implantación, aborto de repetición o parto pretérmino previo, estaríamos ante un Add-on; es decir, un procedimiento que puede utilizarse de manera añadida a un protocolo estándar con el objetivo de incrementar la tasa de éxito sin evidencia suficiente con los datos disponibles actualmente.
La importancia de la precisión en el diagnóstico
Para el estudio de la microbiota vaginal disponemos del cultivo microbiológico y de los criterios clásicos de Nugent y Amsel para diagnosticar la vaginosis bacteriana, pero se trata de técnicas que pueden dar resultados inexactos debido a su incapacidad para medir adecuadamente la complejidad microbiana.
Por el contrario, las nuevas y más estandarizadas técnicas de biología molecular, aunque resulten más costosas, están basadas en análisis de ADN y ARN, por lo que son más sensibles y permiten un análisis más objetivo, mejorando la capacidad de detectar microorganismos.
En cuanto al diagnóstico de la endometritis, se han venido utilizando tres métodos clásicos como el cultivo endometrial, histología e histeroscopia; sin embargo, el estudio molecular mediante Next Generation Sequencing (NGS) vía secuenciación del ARN bacteriano de la subunidad S ribosomal es similar en sensibilidad y especificidad a los 3 métodos anteriores juntos. La técnica diagnóstica más recientemente incorporada es el “culturomics” que permite una evaluación taxonómica aún más detallada.
Cabe mencionar que todas las técnicas diagnósticas utilizadas, incluyendo la histeroscopia, el cultivo microbiológico, los estudios anatomo-patológicos y el NGS, así como las técnicas inmunohistoquímicas, son relativamente simples por lo que son de fácil aplicación en los centros de RA.
Antibióticos, probióticos, antiinflamatorios y hasta trasplante
A día de hoy, desconocemos cuál es el tratamiento óptimo para aquellas mujeres que experimentan disbiosis o vaginosis recurrente. Si bien el tratamiento estándar es el uso de antibióticos y probióticos vaginales, también se están estudiando nuevos tratamientos como el trasplante de microbioma vaginal en pacientes que no responden al tratamiento estándar y que tienen vaginosis recurrentes.
En el caso de la endometritis crónica, los antibióticos de amplio espectro se han considerado el tratamiento estándar pero, siempre que sea posible, el antibiótico debe indicarse basado en el antibiograma, habiéndose demostrado aumento de las tasas de embarazo en mujeres con endometritis crónica y fallo de implantación o abortos recurrentes después del tratamiento.
Se han investigado también terapias coadyuvantes como medicamentos antiinflamatorios o probióticos que pueden actuar sobre el proceso inflamatorio o regular el microbioma endometrial. Sin embargo, aunque los datos disponibles sobre el uso de probióticos en pacientes con disbiosis muestran resultados prometedores, aún no existe consenso sobre la eficacia de la suplementación con estos tratamientos en la modulación de la microbiota vaginal y endometrial ni en los resultados reproductivos.