¿Es la inmunología un factor de infertilidad?
Cuando una persona se queda embarazada, su cuerpo emplea unas células especiales llamadas células Natural Killer uterinas (NK) para identificar la presencia del embrión, ayudarle a encontrar el camino correcto en el útero materno y formar una buena placenta, y al mismo tiempo orquestar el resto de las células inmunes maternas para no dañar el embrión y protegerle de otros factores externos como, por ejemplo, infecciones. Sin embargo, la predisposición genética de cada madre conjuntamente a las vivencias previas (infecciones, abortos previos, gestaciones previas, fallos de implantación tras varios embriones, patologías previas etc.) hacen que las células inmunes maternas tengan comportamientos distintos, en ocasiones potencialmente dañinos para el embrión. Por ello, se piensa que, en algunos casos, la inmunología sea un factor de infertilidad.
Parece lógico pensar que el sistema inmunológico de una embarazada no tendría que reconocer como “ajeno” o “extraño” un embrión formado a partir de su propio óvulo con un espermatozoide, pero precisamente es la carga genética que lleva ese espermatozoide el que puede provocar un cambio sea exagerado sea bloqueado por parte de las células inmunes maternas.
La mitad de la carga genética del embrión en gestación corresponde a dicho gameto masculino, lo que puede provocar una alarma inmunológica. Esta defensa excesiva es un factor de infertilidad a tener en cuenta cuando se suceden varios fallos de implantación o abortos, e invita a una revisión con el inmunólogo para poder descartar o afirmar una intromisión anómala del sistema inmunológico en el ciclo de embarazo.
El quid de la cuestión está en la naturaleza polimórfica (muy diferente entre distintas personas) de los receptores KIR (Killer cell Inmunoglobulin-like Receptors), unas moléculas que inducen la activación o el bloqueo de las células uterinas NK. ¿Qué pretendemos decir con esto? Como se adelantaba al principio de este post, cada cuerpo tiene una predisposición particular a inducir una respuesta positiva o negativa en las células inmunes maternas, respuesta que afecta la aceptación del embrión en el útero materno.
El estudio y seguimiento de las respuestas inmune de la madre puede, en consecuencia, alertar a los expertos en fertilidad de una probabilidad mayor o menor de que se interrumpa el embarazo en una etapa intermedia o que ni siquiera el cigoto pueda llegar a anidar exitosamente en el endometrio, lugar repleto de células inmunes maternas.
El endometrio es un órgano inmunológicamente activo
“Durante mucho tiempo se consideró el útero un lugar inmuno-privilegiado, incluso libre de bacterias, determinando el lecho materno como un lugar inerte. Hoy sabemos que el endometrio es un órgano inmunológicamente activo y también lleno de bacterias. Por tanto, la inmunología es un factor clave a estudiar, así como el microbiota, para lograr el éxito reproductivo”, explica la Dra. Diana Alecsandru.
Se estima que el factor inmunológico es el responsable de la pérdida gestacional recurrente en el un alto % de los casos. Y las alteraciones inmunitarias más frecuentes son:
- Autoinmunidad
- Desbalance respuesta TH1/TH2
- Respuesta desequilibrada de células NK maternas
- Compatibilidad KIR-HLA
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