La reproducción asistida ya no es un tabú: 40 años que lo respaldan
Cuarenta años después de los primeros tratamientos de reproducción asistida en España, el panorama ha cambiado radicalmente. Lo que en sus inicios era un tema tabú, rodeado de silencio y desconocimiento, hoy forma parte de la realidad cotidiana de miles de personas y familias. La ciencia ha avanzado de forma imparable, y con ella, también la comprensión social y emocional de la infertilidad.
En este contexto, Soledad Chamorro, psicóloga de IVI Madrid, reflexiona sobre cómo han evolucionado las pacientes, qué desafíos persisten y por qué la salud mental debe ocupar un lugar central en los tratamientos de reproducción asistida.
Su mirada combina la experiencia clínica con una profunda sensibilidad humana, subrayando la importancia de educar emocionalmente, acompañar los duelos invisibles y construir un entorno más empático y libre de prejuicios.
40 años de evolución: de lo tabú a la oportunidad
Desde los primeros tratamientos realizados en España, la reproducción asistida ha transformado profundamente la manera en que entendemos la maternidad, la familia y la infertilidad.
“La reproducción asistida ha dado un vuelco a la vida de quienes quieren ser padres. Al principio era algo tabú, un recurso extraño y deshumanizado. Pocas parejas podían acceder a técnicas incipientes, desconocidas y mal comprendidas. No poder ser padres se vivía casi con culpa y la alternativa científica también parecía rara y sofisticada. La sociedad no estaba preparada para verlo como un reto a la infertilidad y como una oportunidad.”
Esa etapa inicial de secretismo y pudor dio paso a una nueva realidad donde la reproducción asistida ya no se oculta, sino que se valora como una oportunidad.
“Hoy, la reproducción asistida es una OPORTUNIDAD con mayúsculas, una opción reconocida y aceptada, más accesible, aunque no exenta de retos emocionales y sociales a combatir. Tenemos más información, más acceso y más voz, pero también más presiones: la carrera profesional, la conciliación difícil que retrasa la maternidad, o ciertos cánones sociales. Hay más oportunidades gracias a la ciencia, pero también nuevos desafíos.”
La evolución de la paciente: de la culpa al empoderamiento
El perfil de las pacientes también ha cambiado sustancialmente. Las mujeres que acudían a las clínicas hace décadas lo hacían en silencio, cargadas de culpa y sin apenas información. Hoy, en cambio, la paciente se muestra más informada, participativa y exigente.
“Las pacientes de antes ‘no querían ser pacientes’: acudían a la clínica en silencio, con desinformación, con mucha carga emocional y sentimientos de culpa por no cumplir con lo esperado; desde un lugar psicológicamente insano. Afrontaban las dificultades en soledad, con vergüenza y sin redes de apoyo.
Hoy, en cambio, hay más información y pacientes más proactivas, que a veces exigen a la ciencia respuestas absolutas. Piden a los profesionales soluciones certeras y un abordaje multidisciplinar (biología, genética, psicología…) con respuestas más inmediatas.”
Esa transformación también viene acompañada de un cambio social más profundo: la aceptación de la diversidad de proyectos vitales.
“También ha habido un cambio provocado por la cada vez más manifiesta y visible decisión de muchas personas de no ser padres de forma voluntaria y deseada, lo que facilita una mayor aceptación no solo de los diferentes modelos familiares, sino también de las diferentes opciones de vida.”
Duelos invisibles: un reto aún pendiente
Hablar de infertilidad implica hablar de pérdidas, frustraciones y emociones que a menudo la sociedad no reconoce como legítimas.
“Vivimos en una sociedad competitiva que premia ‘poder con todo’ y que convierte las dificultades en retos a superar sin detenerse. Parece que el duelo solo se legitima ante grandes pérdidas o traumas.
Los problemas de fertilidad exigen tomar conciencia, legitimar emociones negativas necesarias para la adaptación y la aceptación. La sociedad aún no facilita estos procesos: los duelos reproductivos se invisibilizan y minimizan. Es cierto que muchas clínicas integran psicología para un apoyo individualizado, pero todavía no todos los profesionales de la medicina reproductiva entienden el proceso desde un enfoque integrador.”
Dificultades actuales: desigualdad, tiempo y presión social
Pese a los avances científicos, las dificultades persisten. La desigualdad en el acceso a los tratamientos, las limitaciones económicas y la presión del reloj biológico siguen condicionando el bienestar emocional de las pacientes.
“La paciente a día de hoy tiene muchas dificultades a las que hacer frente. Por un lado, la accesibilidad a los tratamientos es desigual: los costes no están al alcance de muchos y las listas de espera públicas cronifican y agravan las dificultades.
Además, sigue sin entenderse bien el impacto emocional que supone afrontar los problemas de fertilidad y las consecuencias sociales, personales, familiares, de pareja y laborales que existen.”
La psicóloga advierte, además, que muchas personas llegan tarde al diagnóstico, y que herramientas como la vitrificación de óvulos aún no están plenamente normalizadas entre las generaciones jóvenes.
“El tiempo y la presión de la ‘edad fértil’ hacen que muchas parejas lleguen tarde al diagnóstico. Recursos como la vitrificación aún no han llegado de forma explícita y normalizada a quienes más se beneficiarían: chicas jóvenes en edad fértil óptima, que piensan ‘a mí no me va a hacer falta; aún queda mucho tiempo para eso’.
A todo ello se suma la carga emocional: estrés, ansiedad, incertidumbre y frustración que cada vez acompañan más el camino hacia la maternidad.”
Nuevos modelos de familia: más visibles, más fuertes
La diversidad familiar forma ya parte del presente. Madres solas por elección, parejas del mismo sexo o personas transgénero son parte del nuevo paradigma reproductivo.
“Por supuesto que estamos más preparados, pero aún queda recorrido. La legislación y el abordaje clínico han dado pasos para visibilizar y normalizar nuevos modelos familiares y una mayor normalización. La maternidad en solitario ha pasado de ser sobrevenida a ser elegida, con un mayor respeto social y una identidad propia indiscutible. Las parejas homosexuales tienen opciones legítimas de tratamiento y un espacio de identidad sólido.”
Sin embargo, aunque los avances son evidentes, el impacto emocional de estos procesos sigue siendo profundo.
“Desde nuestra experiencia, estos modelos enfrentan el camino con determinación y resiliencia, pero claramente están expuestos a las mismas dificultades emocionales derivadas de los procesos: muchas veces pareciera que dar el paso es lo más difícil pero el impacto de dificultades añadidas (que los resultados sean negativos, problemas de calidad ovocitaria, etc.) es indiscutible.
Además, siguen existiendo aún miedos al juicio y estigma social, dudas sobre el futuro a la hora de afrontar la crianza…
Aun así, sin duda, las personas que optan por la maternidad en solitario y la maternidad en parejas del mismo sexo, tienen una gran claridad en sus decisiones y un fuerte compromiso con su proyecto de maternidad.”
La importancia de integrar la salud mental en los tratamientos
Uno de los mensajes más firmes de Soledad Chamorro es la necesidad de integrar la psicología como parte esencial del tratamiento reproductivo.
“Se ha avanzado mucho, sin duda: todas las clínicas de reproducción, al menos las de nuestro grupo, cuentan con un profesional de la psicología, pero desgraciadamente, aún no se considera parte esencial del tratamiento.
La infertilidad y los TRA pueden desencadenar ansiedad, depresión, estrés postraumático o crisis de pareja, por lo que la salud mental debería ser una prioridad.”
La especialista insiste en la prevención y en el valor de la psicoeducación:
“Lo ideal sería poder desarrollar una intervención integral que pudiera ayudar a prevenir dificultades, que pusiera en conocimiento de las personas en tratamiento lo que pueden esperar y de lo que han de protegerse, con recursos resilientes, que aminoren las dificultades futuras.
En la práctica, la psicología a menudo se activa en casos extremos, tras pérdidas o fracasos sucesivos.”
Educación emocional: clave del futuro en reproducción asistida
La psicóloga de IVI Madrid tiene claro que el futuro pasa por la formación y la normalización emocional.
“Sí, pero requiere del trabajo de todos: cuanta más información se tenga, cuanto más se normalice el sufrimiento y el ‘duelo’ como procesos inevitables y necesarios desde una gestión emocional sana, cuánta más psicoeducación haya al respecto y más se incida en cambiar la narrativa social; cuanto más se puedan formar equipos que trabajen en reproducción asistida sobre un abordaje integral, y se pueda acceder a los recursos disponibles para ello, antes y de una forma óptima seremos capaces de cubrir las necesidades y retos que los pacientes de reproducción asistida nos plantean.”
Miedos, tabúes y la construcción de nuevos relatos
Aunque la sociedad ha avanzado, algunos tabúes persisten. La ovodonación, la donación de semen o la gestación subrogada siguen rodeadas de dudas y temores.
“Desgraciadamente, sí. Se sobrevalora la carga genética atribuyéndole aspectos que pertenecen más al vínculo afectivo y a factores culturales y sociales. Y se siguen manifestando miedos a no sentir al hijo como propio, a tratarlo de forma diferente, a contarlo y sufrir rechazo, y dificultades para construir una narrativa normalizadora.
Otros tabúes se anclan en creencias sobre la maternidad en solitario, la renuncia tras fracasos sucesivos o la gestación subrogada. La educación y la identificación de creencias erróneas son un reto diario.”
La paciente del futuro: más informada, más libre y más consciente
Para Soledad Chamorro, el futuro de la reproducción asistida está marcado por la información, la diversidad y la defensa de los derechos reproductivos.
“La apertura a los tratamientos de reproducción asistida es claramente manifiesta, el futuro lo están escribiendo las respuestas de tratamiento cada vez más avanzadas, acertadas y diversas.
Es por ello que la paciente del futuro estará más informada, habrá pensado antes en su fertilidad y probablemente se haya ocupado de ella. Habrá más planificación, más tratamientos disponibles adaptados a la pareja convencional, a la pareja homosexual, a las personas trasngenero, a la maternidad en solitario, etc.
Y, ojalá, desde una cada vez más necesaria lucha por los derechos reproductivos.”
Por concluir, la entrevista con Soledad Chamorro refleja una convicción profunda: la reproducción asistida no es solo un avance científico, sino también una oportunidad para crecer como sociedad.
Su mirada recuerda que detrás de cada tratamiento hay una historia, una emoción y un proceso de aprendizaje.
Porque solo entendiendo el valor emocional de la fertilidad, la psicología y la medicina podrán caminar de la mano hacia un futuro más humano, empático y esperanzador.
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